Latinoamericanos expectantes ante turbulencia del sector financiero y su impacto en la región.
WASHINGTON — Más de 600 millones de latinoamericanos miran expectantes las turbulencias del sector financiero en Estados Unidos y Europa, y las implicaciones que ese remezón no esperado en la banca podría tener en sus bolsillos este 2023, cuando la región apenas alcance un crecimiento económico del 1 % y apenas unas décimas más el año próximo, según las previsiones.
Si bien en organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no ven riesgo inminente de un efecto dominó desde la potencia del norte a la región -porque “tenemos la resiliencia para enfrentar este tipo de shocks”, como ha dicho el economista jefe del organismo multilateral en Washington, Eric Parrado- sí puede impactar al bajo crecimiento proyectado por el organismo “si esa turbulencia se prolonga” al actualizar las expectativas para la región la semana pasada en la cumbre de gobernadores en Panamá.
Además la subida de un cuarto de punto porcentual anunciada por la Reserva Federal de Estados Unidos este miércoles, con lo que los intereses por prestamos oscilan entre el 4,5 % y el 5 %, ha encarecido el dinero en Latinoamérica para todo tipo de transacciones y créditos.
Economistas consultados por la Voz de América explican cómo las interconexiones del sistema financiero global pueden desencadenar escenarios no previstos, aunque coinciden en que las lecciones aprendidas de la “gran crisis” de 2008, y otras anteriores dejaron cimientos fuertes para hacer frente desde la región a turbulencias como la actual.
El exdirector gerente del Banco Mundial, Juan José Daboub, quien tenía a cargo 70 países en el organismo multilateral durante la pasada crisis, dice a la VOA que, por ahora, todo indica que la remecida del sector financiero de hace dos semanas se pudo contener con las intervenciones oportunas de las autoridades monetarias.
Y que lo que seguimos viendo estos días es el acoplamiento de ese sismo, que tuvo su epicentro en dos bancos de Estados Unidos y cuyas réplicas movieron el suelo del sector financiero europeo.
En ese contexto, este experto explica, desde la organización de inversiones para Centroamérica Think-HUGE en Washington, que Latinoamérica en general tiene mecanismos de regulación de sus sistemas financieros -a diferente escala según la economía de cada país- muy rigurosos y que se someten periódicamente a pruebas de estrés para prevenir eventuales situaciones como las que se están dando en este momento.
“Nuestra América Latina, debido a muchas situaciones como estas que se dieron en los años 60, 70, y 80, con eventos sistemáticos en los sectores monetarios y fiscales, ha ido aprendido las lecciones (…) y la regulación existente en nuestros países ha ido mejorando y se ha ido integrando a los mercados más desarrollados”, opina Daboub.
Sobre todo señala que -al momento– todo indica que ninguna de las instituciones quebradas o que se tambalean en otras latitudes tienen relación directa con la banca de países latinoamericanos, por lo que cualquier contagio es “sustancialmente menor”.
Sistemas conectados
No obstante, Daboub agrega que “indiscutiblemente cada vez que hay movimientos en los mercados causados por los problemas de los bancos y los precios se empiezan a mover, cualquiera de los demás bancos en el mundo y en particular de América Latina van a tener algún impacto”.
Otro punto señalado por este economista es que los reguladores deben supervisar los portafolios de los bancos en Latinoamérica para prevenir eventos como los ocurridos en Estados Unidos y Europa, donde algunos bancos han migrado de la banca comercial y la banca de inversiones con las facilidades tecnológicas y algunos pudieran haber puesto fondos en portafolios de “mayor riesgo”.
Por su parte, el economista salvadoreño Carlos Acevedo, también exfuncionario del Banco Mundial en Washington, agrega que los sistemas financieros tienen “nexos comunicantes muy estrechos” que en la actualidad hacen más complejas las situaciones de riesgo.
Y que esto genera más incertidumbre en la economía por lo visto en crisis anteriores, dada “la rapidez en que se trasmiten los efectos de contagio y los efectos dominó”.