Globo “revienta” esperanzas de reducir tensiones China-EEUU

WASHINGTON — Se suponía que el lunes iba a ser un día de modestas esperanzas para la relación entre Estados Unidos y China. El secretario de Estado Antony Blinken iba a estar en Beijing, reuniéndose con el presidente Xi Jinping en un intento por reducir las crecientes tensiones entre las dos economías más grandes del mundo.

En lugar de ello, Blinken pasó el día en Washington después de cancelar abruptamente su viaje a finales de la semana pasada, mientras Estados Unidos y China intercambiaban mensajes indignados sobre un supuesto globo espía chino que el gobierno estadounidense derribó. Si la relación entre ambas potencias ya era muy tensa antes de la visita programada de Blinken, ahora es mucho peor y hay pocas esperanzas de que mejore pronto.

Incluso a pesar de que ambas partes aseguran que manejarán la situación de forma tranquila, las recriminaciones mutuas — en particular desde que el globo fue derribado el sábado y ello desencadenó una firme protesta china — no son un buen augurio para un acercamiento.

El contratiempo ocurre en un momento en que ambas partes buscaban la manera de salir de un punto muy bajo en la relación bilateral, lo cual ha generado inquietud en todo el mundo.

El portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, subrayó el lunes que el viaje de Blinken fue postergado, no cancelado. Pero la posibilidad de que se reprograme sigue siendo incierta.

“Diría que es de un seis” en una escala del 1 al 10, dijo Danny Russel, experto en asuntos de China y exsecretario de Estado adjunto para asuntos de Asia Oriental y el Pacífico durante el gobierno del presidente Barack Obama, refiriéndose al daño que han sufrido las gestiones diplomáticas actuales entre los dos países.

“Las señales que veo dejan entrever que debe haber una pausa y se debe trazar una línea en cuanto al incidente, pero una vez que se acabe el drama, parece que existe toda la intención de reprogramar el viaje del secretario de Estado”, comentó Russel, que actualmente es vicepresidente para la seguridad internacional y la diplomacia en el Asia Society Policy Institute, un organismo sin fines de lucro.

El gobierno “empezará con un déficit significativo”, dijo Russel. “Este es un tropiezo, pero no es imposible pensar en una recuperación. Esto se puede salvar, a menos que haya una mala gestión”.

Blinken y altos funcionarios chinos planean asistir a por lo menos dos encuentros internacionales — la Conferencia de Seguridad de Múnich a mediados de febrero, y una reunión de ministros del Exterior del G20 en marzo en la India —, lo que podría abrir las puertas a un renovado acercamiento.

Pero podría ser complicado recrear una oportunidad como la que se perdió por el incidente del globo.

No es que Estados Unidos y China no se hablen. Es que se hablan desde puntos de vista completamente distintos y con poca disposición de ambas partes para ceder un poco en sus arraigadas posturas, las cuales a menudo están relacionadas directamente con las condiciones políticas en sus respectivas naciones.

Se utilizan canales militares, pero estos se han visto obstaculizados por las incursiones cada vez más frecuentes de China a las zonas de defensa aérea de Taiwán y a las acciones agresivas de Beijing en el Mar de la China Meridional. A consecuencia de ello, Estados Unidos ha intensificado sus vuelos de reconocimiento y el despliegue de buques de guerra por el Estrecho de Taiwán.

Los canales diplomáticos continúan abiertos, pero durante varios años se han visto dominados por desacuerdos en lugar de puntos de posible cooperación, y ahora se encuentran saturados por quejas de ambas partes en cuanto al globo.

El presidente Joe Biden y su homólogo Xi acordaron la visita de Blinken durante un encuentro en Indonesia en noviembre pasado. Biden tal vez tenía la esperanza de que su diplomático de mayor rango volviera de China con algún avance en temas que van desde el comercio, la seguridad en la región Indo-Pacífico y el cambio climático, hasta la defensa de los derechos humanos y la situación en Taiwán. En su lugar, ahora enfrenta una vorágine política en su país de cara a su discurso sobre el Estado de la Unión el martes ante el Congreso.

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